Ella era
nueva en el pueblo, así que fue carnada fácil de unas malvadas brujas que
fingieron ser sus amigas para esclavizarla. Le pusieron a realizar trabajos
forzosos y la exiliaron a vivir en una vieja y fea arboleda, donde tenía como
vecinos a un montón de gnomos amargados que con su mal humor marchitaron las
flores.
Su vida era
muy triste, vivía continuamente torturada por esas dos brujas que le hacían
maldades diarias. Todo parecía desesperante hasta que decidió compartir frutas
con los contadores de las horas. Desde ese día ellos se convertirían en sus
únicos y leales amigos….
Un día, uno
de ellos, la acompaño para que cruzara el oscuro bosque sin problemas, después
de un tiempo su amistad era lo único que la mantenía con vida en aquel lugar.
Conforme
pasó el tiempo las brujas trataron de esclavizarle aún mas, ella no podía
seguir su vida de esa manera, así que decidió dejar la arboleda y huir a una
tierra de amigos, buenos vecinos y sin esclavitud.
En el afán de salir de aquel
horrible lugar, su querido amigo la acompañó y la apoyó en el trayecto. Cuando
estaban a punto de salir de aquel bosque, ella le toma la mano y con lágrimas
en los ojos, le dijo que lo amaba y lo besó. El también comenzó a llorar y decidió
quedarse donde estaba, sin mover un paso más. Ella un tanto enojada le pregunto
¿acaso no quieres que estemos juntos? por qué no quieres venir conmigo? Y él
solo le respondió: “mi misión era hacerte
feliz en tu adversidad, yo procuré acompañarte en tus malos momentos, una vez
que te vayas de acá, yo me iré con tus recuerdos, porque mi misión la cumplí
acá contigo, el plan no era que me fuera de acá, porque no me necesitarás mas,
tu vida será mejor desde hoy….” y con un vil silencio se cerró su amistad
por siempre y la profundidad del bosque se encargo de enterrar aquel amor.