miércoles, 28 de diciembre de 2011

El amante indeciso.

Ella dejó abierta la puerta de la casa, esperando a que él se fuera y se llevará consigo todos los recuerdos y esa terrible voz que él poseía, la cual tenía la habilidad de producir las palabras más cálidas y hermosas que jamás escucharía de nuevo y que se habían convertido en su principal  verdugo.
El no sabía si salir por esa puerta, estaba totalmente indeciso, estando adentro quería salir y sabía que si salía de aquella casa, iba a querer entrar de nuevo. Ella lo miró con unos ojos agonizantes por el fastidio de aquella indecisión.  No tenía el valor de verlo marchar, por lo que empezó a desfallecer al presenciar el titubeo de aquel hombre que era su amante y tanto amaba. Finalmente él la miro fríamente pero de una manera tan profunda, que sintió como si una espada filosa le atravesara su corazón, hasta que cayó muerta al suelo, y él como de costumbre no supo que hacer… por lo que simplemente le susurró “cuando vuelva a tu lado amor mío…. besame…..”

domingo, 25 de diciembre de 2011

Un Atardecer con Rostro.


Esa tarde hubo una triste y fría brisa que le secó sus lágrimas, los últimos rayos del  atardecer le acurrucaban su corazón, haciéndole recordar que todo estaría bien y que un mejor mañana vendría. Había cosechado los sueños del mañana en un huerto cerca de su jardín, donde las flores que plantó y cuido por años, le prometieron su compañía y una eterna amistad. Ella era un corazón desolado y solitario sin embargo nunca estaría sola, la naturaleza la arropó con el mayor de los cariños. Después de ese día todos los paisajes mostraban su cara, el atardecer se teñía de su nostalgia por el ayer y el amanecer se esmeraba en traer la esperanza del mañana, eran dos caras de una moneda perfectamente compatibles, que mantenían el equilibrio en el tiempo y el balance perfecto entre el pasado y el futuro. 

viernes, 16 de diciembre de 2011

Aquellas Ansias que Matan.

Sintió profundamente la ansiedad del silencio, la ansiedad de la indiferencia y la ansiedad de su ausencia, padecía el mal de la ansiedad, y se presentaba como una enfermedad degenerativa que le que carcomía ferozmente los pedazos que aún le quedaban vivos de su dañada alma, la cual cada día desfalleciá un poco mas, por culpa de esos mortales  ataques de ansiedad extrema. La ansiedad era tan grande que no sabía si moriria por su causa, o si iba a salir vivo de ella, dejandole la secuela de su ferocidad en el corazón, o bien dejandole un leve matiz de tranquilidad en sus desgastados pensamientos y efímeros sentimientos.  Finalmente en su lecho de muerte pensaba; me ha de matar un mal silencioso, conjuntamente con un mal que aqueja a muchos seres desichados... las ansias.... de amar y ser amado, así como las ansias de amar y no ser correspondido, pero también me ha de matar las ansias de amar y haberlo callado. Todas mis ansias se han juntado en una sola para condenarme a un lecho de muerte que también me espera ansioso.

domingo, 4 de diciembre de 2011

La elegida por la soledad.

Ella se tomaba un café bajo un hermoso atardecer otoñal, los cambios de las estaciones se sentían venir, la navidad  estaba cerca. Parecía ser otra navidad llena de soledad, sin embargo eso no le molestaba en el fondo, sino el pensar que nunca sería la elegida de nadie lo que le carcomía el alma. Había vivido bajo sombras, expectativas y siendo alguien mas, para sus amantes y ninguno de ellos la había elegido para ser la mujer amada o la única mujer. Su vida era una especie de pantomima de ilusiones que nunca se concretaban y en ese momento se dio cuenta que estaba perdida en la peor de las desgracias, y esa desdicha la sufrían únicamente aquellos que nunca eran los elegidos.
Su tristeza se comenzó a oler por toda la cafetería, por lo que un hombre alto y vestido de negro se sentó junto a ella, la miro a los ojos y le digo tímidamente: “Soy el que siempre te ha acompañado a ti y a muchos más, pero mi presencia nunca es muy grata, soy la soledad y yo nunca te he ignorado y tampoco me iré de tu lado, porque yo te he elegido a ti ”  Ella pasmada por tal confesión, lo miro profundamente sonrió y sintió una gran calma en su corazón.