viernes, 6 de enero de 2012

El hombre de las manos frías


Aquel hombre había crecido bajo un árbol que le cubrió los rayos del sol, por lo que su corazón se enfrió por completo, y lo hizo frío como la nieve. Creció en un lugar cálido, pero ese calor nunca lo tocó a él, su madre le enseño hablar y a ser cortes, era un hablador por excelencia, pero conversaba muy mal debido a que pocas veces tenía con quien platicar larga y tendidamente. De él siempre salían monosílabas junto a frases vacías y monótonas que aburrían a la gente, era una pantomima de muchas palabras y poca practicidad, le asustaba la proximidad y ni que decir la intimidad. Un día una mujer de corazón cálido y extrema sencillez, tuvo la osadía de quererlo, siempre lo escuchaba, pero nunca lo podía sentir consigo, era como un fantasma o peor aún como un hombre sin alma, un muerto en vida de manos tan frías como su corazón, un hombre incapaz de vivir bajo el calor del amor, era como un pingüino que solo deseaba estar aislado bajo un manto de hielo. Su calor no podía derretir la bestialidad del hielo en el, así que lo dejo congelarse más aún, ya que los sentimientos de culpa que despertarían en él por la ausencia de ella, envolverían con mas hielo cada partícula de su ser, condenándolo a una eventual soledad o la compañía de una mujer tan fría como él. 

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